domingo, 23 de diciembre de 2012

CANCER DE UTERO ---- 23 diciembre


“Luché hasta lo último y me curé” (experiencia de Venezuela)

Inés Alayón recibió consejos de otros pacientes desde el primer día de tratamiento. Le dijeron que se cortara el cabello para evitar el trauma de ver caer lentamente los mechones que se desprenderían de la cabeza, que tomara muchos jugos de fresa y mora para subir las plaquetas de la sangre y que verificara hasta las dosis de medicamento que le inyectarían los enfermeros. Ahora es ella que alienta a otros a mantener la fe. Venció el cáncer de cuello uterino que padeció por más de un año y considera su experiencia una prueba de que curarse es posible, aun con las barreras que imponen los centros de salud oficiales a la gente común. “Yo estoy muy feliz porque enseguida le vi el resultado al tratamiento y sé que no siempre es así”.

Alayón tiene 54 años de edad y es higienista dental. Superó una serie de obstáculos durante los 14 meses que duró el tratamiento. Visitó 2 institutos oncológicos en busca de pronta atención a su caso. Su primera opción fue el hospital Domingo Luciani, de El Llanito, pero lo descartó tras sentir poca receptividad de los médicos. Completó en un período de casi un semestre 8 sesiones de quimioterapia que le administraron con pausas de 21 días en el Instituto Oncológico Luis Razetti. Ninguna falló, pero en el hospital no pudieron darle gratuitamente el medicamento para las 2 iniciales. Por ello debió salir a buscarlo por cuenta propia: “Yo estaba angustiada porque no sabía qué iba a pasar conmigo si no empezaba pronto el tratamiento”. La primera vez lo encontró en la farmacia de Medicamentos de Alto Costo del Instituto Venezolano de Seguros Sociales en Los Cortijos, pero después allí se agotó el inventario y tuvo que comprarlo. “Me costó 1.500 bolívares. Afortunadamente, me habían depositado los aguinaldos y tenía dinero para pagarlos”.

Las 26 sesiones de radioterapia también se cumplieron con dificultad: el equipo que le administraba las radiaciones, conocido como bomba de cobalto, se dañó y se vio forzada a buscar otras opciones. En el hospital Luis Razetti atienden a más de 100 personas diariamente en su unidad de radioterapia y los nuevos pacientes deben incluirse en una lista de espera y aguardar hasta 4 meses para empezar el tratamiento. El tomógrafo y el simulador, 2 aparatos claves para planificar el tratamiento, están inoperativos desde hace más de 1 año y en radiología hay problemas con el aire acondicionado. Son pinceladas de las limitaciones que encuentra el personal de un centro clave para atender a las personas con tumores.

Cuando no pudo ser atendida en el Razetti, Alayón recurrió al Hospital de Niños J. M. De Los Ríos, pero fue rechazada. “Me dijeron que había exceso de pacientes”. La negativa le generó angustia: deseaba que su tratamiento se desarrollara de forma continua. Se hacía una pregunta una y otra vez sobre las interrupciones: “Si la terapia se detiene, ¿qué va a pasar conmigo y con lo que tengo dentro?”. Logró, sin embargo, culminar la radioterapia en el hospital Domingo Luciani de El Llanito con un retraso de 15 días, poco tiempo en comparación con otros afectados. Las células cancerígenas fueron exterminadas con 3 sesiones de braquiterapia, 1 por semana, que le aplicaron de vuelta en el Razetti. Ahora ella se encuentra en fase de seguimiento para atajar a tiempo cualquier posible recurrencia hoy descartada.

Alayón vive con su esposo y sus dos hijos en el centro de Guatire, municipio Zamora, Miranda. Es testigo de Jehová como el resto de su familia. “Yo fui dejando las cosas en manos de él y sentí cómo me ayudó en cada paso porque lo que se hace en varias citas, a mí me lo hicieron en una y, a diferencia de otros, no tardaron en operarme”. El diagnóstico que cambió su vida fue el resultado de una biopsia que le realizaron en el Hospital General de Guarenas-Guatire. “Cuando te enteras es algo muy fuerte. Me sentía tan mal que no quería que nadie lo supiera para no dar lástima”.

Ella se había sometido un año antes a una operación para la extracción del útero debido a la presencia de fibromas. Meses después sangró inexplicablemente y la ecografía reveló la existencia de una nueva lesión que resultó maligna.

Fue sometida a una segunda intervención quirúrgica para extraer el tumor antes de que comenzara sus tratamientos contra la enfermedad. Así empezó la rutina de afrontar 2 horas de tráfico que habitualmente la separan de la capital. No cuenta con una institución más cercana que brinde este tipo de atención y, aunque el Ministerio de Salud tenía prevista la construcción del Centro Nacional del Cáncer en Guarenas desde 2007 con una inversión de 300 millones de bolívares, el proyecto se paralizó y fue reubicado, en agosto de 2011, en el sector Montalbán de La Vega, Caracas. La obra que sería culminada en octubre de este año, según declaraciones de la ministra de Salud, aún está en proceso.

A diario se diagnostican 10 casos de cáncer de cuello uterino en el país, según la Sociedad Anticancerosa de Venezuela. Alayón recuerda precisamente cuándo pasó a formar parte de la estadística: el 26 de mayo de 2011. Ella, sin embargo, corrió con mejor suerte que las 1.238 mujeres que fallecieron en 2010 a causa de tumores en el útero, según los datos oficiales más recientes del Anuario de Mortalidad de Ministerio de Salud publicado en septiembre de este año. “Agradezco a Jehová por haberme curado”.

Alayón aún padece de pequeños dolores en el cuerpo como consecuencia de los tratamientos recibidos. Son efectos secundarios de los medicamentos de quimioterapia, que controla con calmantes y consultas médicas semanales.

Aún no se recupera por completo, pero ya asiste nuevamente a su trabajo en el Hospital de Guatire. “Yo les digo a otros que no abandonen el tratamiento. Yo luché hasta lo último y me curé”. Ahora disfruta el doble y con más razones el tiempo que tiene para compartir con su bisnieto de 3 años de edad.

http://www.el-nacional.com/siete_dias/doble-batalla-pacientes-cancer_0_103791391.html
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domingo, 2 de diciembre de 2012

MEJOR SIN SANGRE --- 2 diciembre


Los pacientes Testigos suelen tener mejores resultados

AUSTRALIA: "Los pacientes del hospital que son Testigos de Jehová, que se niegan a las transfusiones de sangre por motivos religiosos en realidad les va mejor que a otros pacientes", informa el numero 2 de octubre de 2012,  de The Sydney Morning Herald.

El informe cita el profesor clinico James Isbister de la Escuela de Medicina de la Universidad de Sydney. "El profesor Isbister dijo que a los testigos de Jehová se les dio un trato mejor por los médicos que tratan de preservar su sangre . Como resultado, tenían mejores tasas de supervivencia y una menor estancia hospitalaria y cuidados intensivos que las personas que recibieron transfusiones de sangre durante la cirugía ", informa el periódico.

El punto de vista del doctor Isbister de ninguna manera es único. En cuanto a los pacientes Testigos que se someten a cirugía cardíaca, el 2 de julio de 2012, edición de una revista producida por la Asociación Médica Americana dice: "Los testigos tuvieron menos complicaciones agudas y menor duración de la estancia que los pacientes coincidentes que recibieron transfusiones".

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